Carlota, César y Silvia (San Sebastián)

Llegada a San Sebastián: 6.20 de la mañana… Aún tardará más de dos horas en salir el sol.

Por suerte conozco una cafetería cerca de la estación que abre a estas horas, y llevo encima un par de buenos libros. Cada media hora van entrando y saliendo grupos de gente que llega en autobús, y un señor borrachito va haciendo ronda de la entrada al final de la barra de vez en cuando…

A las 9.30 de la mañana ¡¡Por fin se hizo la luz!! El autobús número 28 llega hasta el Boulevard, y a dos pasos está la oficina de turismo (a la derecha del puente de Mª Cristina – Río Urumea). Está cerrada aún, pero hay una nota en la entrada: visitas guiadas cada media hora a partir de las 10.30…

A la derecha está la playa de la Zurriola, delante los cubos de Moneo y el barrio de Gros. Llueve y tengo la cara echa un mapa de no dormir, es el momento de entrar un ratito a la arena para descansar… Pero encuentro un montón de palitos arrastrados por el agua y me entretengo haciendo letras con ellos.

Por la zona no deja de pasar gente haciendo footing, paseando, sufistas… Se acerca un perro monísimo con ganas de jugar y su dueño resulta ser un Cicerone dispuesto a encontrar algún sitio de Sanse que no haya conocido en visitas anteriores.

La concha está llena de buenos recuerdos… ¡¡y de gente bañándose!! Hay mucha gente mayor en bañador, debe ser realmente bueno un bañito a estas horas (envidia; sana…pero envidia ;-).

Siguiendo la costa se llega a la playa de Ondarreta, que es donde está el peine de los vientos.

A pocos metros, primer descubrimiento: el funicular del monte Igeldo… Sube prácticamente en vertical y pese a estar en perfectas condiciones huele a paso del tiempo; realmente vale la pena probarlo. Una vez arriba… Bueno, yo lo recordaba todo más…¿grande? jajaajja. Ir a San Sebastián con niños y no pasar por aquí sería un sacrilegio; pasar por Sanse y no venir nunca es perderse algo realmente guapísimo.

En el castillo del terror encontré a alguien con la cara tan hinchada y feota como la llevaba yo: el gorila tallado en la puerta del Castillo del Terror. Gracias por la foto, Jon… Me servirá para bajarme los humos cuando el ego apunte más alto de la cuenta, jajajaj. Próxima parada: chocolatería en la parte vieja, pasando por el parque de Miramar (segundo descubrimiento del día).

Despedida de Jon y llamada de César en el contestador, que se convierte en una expedición loca en busca de algún regalo pasable…

Al llegar a casa de César y Silvia esquivando al gatito de la entrada me encuentro con el mejor descubrimiento de todo el día: ¡¡¡Carlota!!! La niña más risueña, juguetona, valiente y adictiva del mundo. La mejor forma de despedirse de una ciudad es hacerlo entre amigos, y dejarlos felices al marchar.

Pertsona biren arteko distantzia txikiena: barrea.