Entonces se sienta a imitarte y notas cómo se aburre viendo caer la arena en sus pies diminutos. Se levanta, le tira del bikini a mamá y ella la libera del bañador. Ahorita si baila contenta, se ríe, salta, se acerca y cae frente a tí mirándote a los ojos…Corre esta vez hacia el agua, regresa con una piedra fresca, la pone a tus pies y hace un gesto de resignación sin perder ni un segundo la caña de su sonrisa.
Acto seguido planea una paloma casi rozándote la cabeza, coges la piedra, respiras muy largo y lento escuchando el ritmo de una guitarra que arranca a sonar a tu espalda, te giras a la sombra de un señor enorme que anda paseando su cestita de coco fresco y la enana te tira de la oreja para que la veas bailar.
Ya la han vestido y le han puesto un sombrero rosa. Se despide con un gesto coqueto y una carcajada que contagiaría a las mismas piedras… Qué mono el rasta de la guitarra, y las olas, y el viento, y las cadenas de esa sirena africana que juega a hacer malabares en la orilla…
Te preguntas qué hará el viento con todas esas risas, con las canciones y las notas que arrancan vida de unas planchas dobladas de madera. Una gaviota, sola y enorme, blanca, dibuja caracolas en un cielo sin nubes y se aleja lentamente tras una vela. Ya apetece recoger y pasear un rato, sin prisa y con todas las pausas que caben dentro de cada movimiento… Justo ahorita se acerca el grupo de atrás a saludar: no hay que olvidar que el mundo no es perfecto, aunque hoy está radiante por akí.
Ya regresó el sol… esperemos que esta vez tarde en partir (k)