-Artun: ¿Fumas?
-No fumo!
-Artun: ¿Cómo sabes que no fumas? No lo has probado.
-Claro que lo he probado.
-Artun: Éste no. Es de mi país, más natural, y necesito hablar un rato.
-¿Porqué conmigo?
-Artun: Porque tú sonríes
….
Así encontré ayer a este Armenio joven y tan viejo, y acabé acompañándolo a su peluquería, encontrando la calma que siempre ando buscando.. cuando menos me lo esperaba, aprendiendo cosas de un diminuto país que no conozco: dos millones de habitantes, más de trece sílabas para decir ‘zócalo’, bla bla bla…
Artun asegura no echar de menos nada de lo que dejó atrás, ni al dejar su país, ni al venir a Barcelona desde EE.UU, ni en ningún otro éxodo… A la vez afirma que objetivamente el sol aquí es menos vivo aunque más intenso, y cuenta que se hace traer de allí su tabaco, que también es mejor.
Es un hombre menudo. Alto, pero delgado. Casi ténue en su físico, aspecto, forma, voz, tono..Viste como vestiría un abuelo de la posguerra: camisa vieja bien planchada, jersey de pico gris, buenos pantalones y zapatos negros impecables..pero con la suela ya vivida. Tiene el pelo gris y una mirada de mil cien años. Cuenta que cumplió 42 el agosto pasado mientras se queja del lenguaje duro de los ‘jóvenes’.
Tras dos años aquí habla un castellano más que suficiente y correcto, pero él se exige más.
Entra una señora de veintitantos, le habla en catalán.. Artun responde indicándole que hable en español, con una sonrisa dirigida al suelo… Me despisto.. ¿en qué momento dejaron de parecerme señoras todas las mujeres mayores de 25 y pasaron a serlo sólo las que actúan como tales, aunque su edad sea inferior? Me respondo yo misma: cuando la edad dejó de agobiarme (primero por corta, luego por presión social). Supongo que hacia los 22..
He perdido de vista la conversación para volver a ella y darme cuenta de que estábamos siguiéndola en inglés. Le he mencionado a su mujer..Artun crece dos centímetros de alto, se le borran arrugas y toda su persona parece volverse más tangible en milisegundos. Se le ha iluminado la mirada..Dice que ella lo enerva. Que los programadores tenemos la cabeza bien amueblada, pero a ella le faltan ideas, que nunca le deja hablar, que solo dice tonterías, que está mucho más guapa cuando duerme…
Hace una pausa larga mirando al infinito con una sonrisa casi nostálgica.
…. porque cuando está dormida calla, afirma. Y se ríe en voz alta al notar que sabes que la visualizaba.
-Artun: ¿Puedo cortarte el pelo?
-Jajaja! ..¡Para eso tengo la cabeza bien amueblada! Me gusta largo, quiero que crezca aún mucho más.
-Artun: Te lo corto, y en un mes te habrá crecido ésto (muestra tres dedos juntos de su mano derecha), cinco centímetros. Yo trabajo aquí y sé lo que hago.
Al mirarlo incrédula y reírme, se reafirma y me invita a volver en un mes a tomar un café y comprobarlo. Caigo en su red..porque ya había caído hace rato, y sé que he tomado más de lo que voy a pagar.
Al minuto descubro que para lavar la cabeza tiene un sillón de masaje reclinable que mima la espalda a la vez. Guarda silencio durante casi diez minutos fantásticos.
Ver las tijeras me hace coger aire y soltarlo rápido. Allá vamos… El cariño con el que Artun te toca cada mechón, la suavidad de cada gesto, la ausencia de prisa,.. esa calma y el cuidado que pone en cada detalle, sabe que no tienen precio. Hasta ha cambiado el tono de voz..
-La decoración, ¿fue cosa tuya o de tu mujer?
-Artun: ¿decoración? No entiendo.. Dame otra palabra..
-Los muebles, lámparas, sillones, sillas…
-Artun: Ah! No! -Sonríe con seriedad- Yo trabajo aquí para una señora. La peluquería es suya.
Toda la família de Artun se dedica o estudia peluquería. Tuvo la suya. Ahora, aquí.. no.
Está renunciando a su nombre para que otros lo puedan pronunciar. ‘Juan’ – dice- y la señora de veintipocos apoya convencida la moción: ‘Juan es mejor. ¿Para qué decir su nombre si no lo podemos pronunciar? Para mí todos los chinos, se llaman Pepe’.
Me parece tan boba…
Hora de irse. Artun te echa cuatro piropos bien paridos, te cobra.. se pone serio cuando le dices que te ves el pelo algo corto. Después ya no acepta cumplidos sobre el buen corte y su trabajo.. debo haber tocado algún botón que no debía. No esperaba despedirme de una cara larga..
-Artun: ¿Cuándo vuelves a pasar?
-¿A cortarme el pelo o a ver si creció cinco centrímetros? Tardaré un tiempo.
-Artun: A bajar por esta calle. A probar tabaco armenio o café aquí.
-Cada día paso. El sábado puedo parar un rato.
-Artun: Hasta el sábado (serio aún, pero ahora con expresión de profe de mates benévolo, después de haberte perdonado un error tonto).
Resumen práctico: Precio del lavado+corte de pelo y salir con la melenilla tan lisa que resbalan los rayos de sol: 14 €. Lo demás, un regalo..